

El que una vez se atrevió a afirmar que carecía de morbo, se debe de estar comiendo sus palabras. Nazaret sorprende con una sesión fotográfica de las que hacen historia. Sexual, enigmática, decadente, misteriosa. El que una vez se atrevió a afirmar que cuidara las pequeñas distancias y el matíz debe de estar atragantado porque esta musa enamora a la cámara, la conquista y hace de ella un escenario auténtico. Como capta una expresión, un deseo. Es todo un universo, y nosotros espectantes de adentrarnos en nuevas constelaciones.
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